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jueves, 19 de julio de 2012

Entre Somewhere y Madagascar 3: dar la vuelta a la vida.


El cine no es uno de mis fuertes. Eso de las estéticas propias de este arte o de la crítica ácida y concienzuda, no es algo en lo que me especialice. Sin embargo, me gusta dejarme llevar. Entrar en el juego de la película y empezar a descubrir mis propias emociones en cada cuadro. Como si un espejo estuviese frente a mí, trato de hallar en medio de la narración mi vínculo con la historia. 

En ese proceso, llegó Somewhere. Un film de Sofía Coppola que cuenta la historia de Johnny Marco (Stephen Dorff), quien es un actor famoso de Hollywood que vive una vida sin sentido en la que la rutina lo tiene atrapado. Con su gran fortuna se pasa la noche en bares y alquilando prostitutas. Y en medio de todo ese exceso, es presa de sí mismo. Entonces, llega su hija Cleo (Elle Fanning), con sus once años y la vida del actor tendrá otro color. Así, al cabo de dos semanas de estar juntos la niña tiene que irse a un campamento y se separan, sintiendo que nunca antes habían estadio tan cercanos, lo que para Johnny representa volver a su vida como venía antes. Pero le resulta imposible.


Por otro lado, está Madagascar 3: los fugitivos, una película animada y muy divertida de esas que  suponen solo ven los niños. Pero que  a mí en particular me gustan mucho. En esta ocasión, la historia de  Alex el león, Marty la cebra, Melman la jirafa y Gloria la hipopótamo gira en torno a su deseo de volver al zoológico del que escaparon en la primera entrega de esta saga. En compañía de un circo ambulante recorren algunas ciudades de Europa, huyendo de  Madame Chantel Dubois, una experta funcionaria en control de animales que se obsesiona con la cabeza del león como trofeo para ponerla en su pared junto con las otras cabezas de animales que posee. Pero justo en medio de ese viaje, también vamos conociendo la historia de los animales que viven en el circo y al final, las cosas que deseaban los fugitivos del zoológico de New York parecen no estar donde ellos creían.

En este punto, viene mi reflexión sobre el asunto. Para Jhonny su vida iba bien – o al menos eso pensaba él – hasta que su hija rompe con la normalidad de las cosas. En ese momento, todo empieza a cobrar otro sentido y existe, para él, un motivo para ver más allá de la burbuja en la que se hallaba. Por eso al final, termina en el mismo lugar dónde comenzó la película pero decididamente deja su auto lujoso atrás para seguir el camino a pie mientras una sonrisa iba ocupando su rostro. Quizás había entendido que en algún lugar había alguien que esperaba verlo nuevamente, que quizás Cleo merecía más tiempo del que le había estado dando.

Y para los animales del zoológico, al llegar a la entrada del mismo, les embargó una duda acerca de su lugar en el mundo. Habían deseado volver tantas veces, que al estar frente al zoológico no se reconocieron en él. Quizás habían estado huyendo de la vida por preferir la comodidad que ya conocían, pero una vez se atrevieron a vivir una aventura no pudieron volver a imaginarse dentro de aquellas jaulas.

Así, como un retrato de lo que nos ocurre con frecuencia, vivimos una vida vacía llena de frivolidades o nos aferramos a la seguridad que tenemos  hasta que un suceso nos llama a ver el otro lado de las cosas. Entonces, damos una vuelta a nuestras vidas y empezamos a encontrar el rumbo.

Por eso los animales se quedan con el circo y continúan una vida de espectáculos en la que sentía que podían  ser libres y además, ser estrellas. Alex, el león, entiende que en el zoológico la única estrella es él. Que los demás son solo los otros, pero en el circo todos son parte del mismo espectáculo. Hallaron, entonces, lo que tanto habían buscado: su lugar.

Igual ocurrió con Jhonny, que cansado de vivir en un lujoso hotel se va de este y señala que pronto les anunciaran su dirección para que le envíen todas sus cosas. Además, se cansa de vivir con la paranoia de ser perseguido y de recibir mensajes insultantes en su celular. Se cansa de dar vueltas en su auto en el mismo sitio siempre y de que su vida también girara sin llegar a ninguna parte. Se cansa de no pertenecer a ningún lugar.

Me pregunto entonces ¿a dónde pertenecemos? ¿Somos parte de lo que creemos serlo? ¿Estaremos dando vueltas en el mismo lugar? O, ¿estamos huyendo de la aventura que nos espera? Puede que ya nos haya llegado el momento de dar la vuelta a nuestras vidas.



Por: Márquez.


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