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lunes, 31 de julio de 2017

Descubrir Narnia


Afuera llueve. Lo sé porque escucho las gotas en el techo. Pero no es solo por eso. También lo sé porque cuando la lluvia empieza a caer en las noches, algo pasa en el ambiente. Es como una quietud extraña, el presentimiento de algo mayor. Como si la lluvia no fuese solo la lluvia, sino que además, mucho más allá, algo ocurriera. Quizás los dioses aprovechen la lluvia para salir de su escondite y recorrer el mundo: navegando entre arroyos y corrientes de agua lluvia. Dentro, en mi cuarto, el mundo está quieto. Suenan Los Prisioneros, es parte la programación que realizamos para un programa de radio en la universidad. El baile de los que sobran. La escucho en ese vacío de paredes. Vacío. Paredes. “Únete al baile, nadie nos va a echar de más”.  Afuera, los dioses deben estar jugando al escondido, haciendo de las calles su territorio de fábula. Adentro Ekhymosis, “estoy solo y pienso que”… la música, toda la música del mundo no alcanzaría para cubrir los espacios que quedan entre mis dedos y mis ganas de escribir cuando algo parece taponar el impulso.

¿Cómo se escapa a las expectativas? Tener una misión en el mundo parece ser un requisito necesario. Como casarte, tener casa, carro, una nevera con comida. Nada de eso.  Libros, una pila de libros leída que se caiga en el pasillo y en la sala, en el baño, en el cuarto. Libros que hablen de cosas distintas, que un día cuenten sobre dos niños que se pelean por determinar qué parte del pez gigante que atraparon se llevarán cada uno: ¿la cabeza o la cola?, y al otro día, cuenten sobre una mujer que ama a un balcón y este se cae. Y que yo pueda ser el pez y el balcón, al mismo tiempo, y de formas distintas. A veces un pez negro y en otras ocasiones un balcón estilo republicano. O un pez-balcón estilo barroco. O lo que sea. ¿Cómo se escapa de las expectativas? (CLICK EN SEGUIR LEYENDO)